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3. El club de la pelea


Titulo: Fight club
Dirección: David Fincher.
Nacionalidad: USA (1994)
Duración: 139 min.
Intérpretes: Edward Norton (narrador), Brad Pitt (Tyler Durden), Meat Loaf (Robert Paulsen), Zach Greiner (Richard Chesler), Helena Bonham Carter (Marla Singer), Rachel Singer (Chloe).
David Fincher, reconocido director norteamericano que cuenta entre sus trabajos a “Seven” (7 pecados capitales) y “The Game” (El Juego) pero también con un característico manejo del Drama y el Suspenso en sus films, nos sorprende esta vez con “El club de la pelea”, una película de fines del siglo XX que parece estar llamada a desempolvar en el XXI.Es un film que realiza un cocktail filosófico entre Foucault, las ideas anárquicas, los pesimistas y los escépticos para pasar el amargo sabor que deja en el paladar la superficialidad, los sueños por otros soñados, las realidades impuestas por otros y el aberrante deseo del control que se cree natural en el hombre.
En la arena de lucha, se obtiene en todo su esplendor el dar y recibir, es la experiencia cercana a la Muerte la que, paradójicamente, nos indica que aún seguimos vivos, que no hemos muerto en vida... que no somos retazos de zombies deambulando en esos recovecos extraños a los que llamamos ciudades. En medio de la lucha, se descargan las tensiones que se han acumulado a lo largo de semanas, días, horas, minutos y segundos de tristeza inconsolable, de idiotez y repugnante monotonía.
Pero el club de la pelea es, sin duda, mucho más que eso. El club de la pelea y el “Proyecto Mehan” hacen parte de un proceso de construcción, al cual le anteceden las fases de destrucción y aprendizaje. El club de la pelea es una filosofía espiritual que involucra elementos estéticos y numerosas pruebas de autocofrontación. Es la lucha consigo mismo la primera y más difícil de librar, es entender que las crisis no pueden girar en torno a cuanto peso, cómo luzco, o cuanto me falta reunir para pagar la cuota inicial de un apartamento –que no sólo enjaula en sus comisuras internas sino en el ciclo de consumo y preocupación por el dinero y las cosas materiales. Las crisis del ser humano que, de hecho, están por doquier deben centrarse más en su debilidad de espíritu, en su interiorización del anhelo de control... Es estúpido pretender batallar contra la policía, la familia, el sistema educativo y las instituciones si uno desea seguir siendo parte de ellas, si uno se convierte en un policía sin uniforme, en un hijo sin rostro, en un alumno fiel y sumiso, en un fundamentalista más de esta sociedad.
En el enrarecido ambiente de las esquinas y otros lugares elegidos para efectuar los enfrentamientos a lo largo de la película, uno logra notar que todos los participantes, todos y cada uno de los contendores, sin importar que sean gordos, delgados, ricos, pobres, negros, blancos, altos o bajos viven, en ese momento de sudoración y terapéutica tensión una especie de igualdad dentro de su diferencia... En la arena sólo se encuentran sus espíritus pugnando. En la arena no se teme a las aparentes desigualdades de masa muscular o rostros amenazantes... sólo se encuentran sus pies descalzos y los puños cerrados dispuestos a todo... no hay anillos, ni relojes, ni cadenas... están al desnudo los espíritus monstruosos y exquisitos del ser humano. Todos y cada uno de los momentos de la lucha se viven con frenesí, sin temor a perder o a ganar, sólo interesa desatar las cadenas, mostrar su naturaleza con alta fidelidad.
La lucha entonces es un símbolo de libertad, es el primer paso para reconocer y que el mundo reconozca la profunda insatisfacción, el inevitable malestar frente al statu quo y los valores que lo sustentan. La lucha es una manera de desbordar los límites del océano de la Razón, para adentrarse en las cálidas aguas de la hipersensibilidad, la emoción y la vida.
“The Fight Club” muestra un camino, aunque no sea el único, para aventurarse al desbordamiento, para asimilar aunque trabajo cueste que el humano siente un impulso a romper las reglas, a vaciarse por completo para luego ser llenado con otro relleno. El club de la pelea y la filosofía que ella esconde muestra una estética espiritual diferente a la convencional: revela al hombre la posibilidad y necesidad de sentirse bien consigo mismo sin tener que hacer referencia a los objetos que cree poseer, ni mucho menos hacer alusión a los cánones de belleza convencional... En un rostro desfigurado, en un espíritu ensangrentado, abatido y confundido puede encontrarse mucha más Potencia y Gloria que en las páginas de una Sagrada Escritura.
Gusan de Zera

2. Asesinos por Naturaleza



Titulo: Natural Born Killers
Genere: Thriller
Nacionalida: Estados Unidos (1994)
Director: Oliver Stone
Guion: Quentin Tarantino
Interpretes: Juliette Lewis, Robert Downey Jr., Rodney Dangerfield y Woody Harrelson.

El célebre director y guionista Neoyorquino, Oliver Stone, quien se hiciera famoso y polémico por los largometrajes Nacido el 4 de Julio, Platoon, JFK, y una corta pero trascendental lista de documentales marcadas por su enfoque político anti-bélico como lo son Comandante y Persona Non Grata, presenta al mundo en el año 1994 una pieza maestra que le valió una dura crítica por el grado de experimentación y mezcla de técnicas que presenta el montaje, asimismo por la rudeza con la que presenta ciertos aspectos del erotismo, la violencia y el grado de descomposición social del pueblo norteamericano. Dicha pieza maestra en la filmografía de Stone, que cuenta con el valioso respaldo de haber sido inspirada en una historia del también distinguido director y guionista de cine independiente Quentin Tarantino1, es presentada hoy a los participantes de cinErrantE.
Es así como, recurriendo al blanco y negro, a la animación y a la paleta de colores tradicionales, pero también a un extraño pero a veces incómodo manejo de cámaras, Stone desarrolla la historia de una joven pareja de “Asesinos en Masa” en medio del convulsionado panorama de los 90’s, en donde desfilan día tras día los sueños prefabricados, las estupideces, los conflictos de una sociedad que piensa al estilo “¡sálvese quien pueda!”, que no toma tiempo para escuchar ni respetar al otro, porque sólo ha sido entrenado para aprovecharse de forma oportunista de los demás.
No es fortuita entonces la espléndida mofa que hace Stone al inicio del film al tomar una descompuesta y, por tanto, representativa familia gringa, que pareciera asumir el rol de actores de una de las tantas comedias vacías e insulsas que se televisan y producen en los EE.UU., con sonrisas pregrabadas y todo incluidas. Tampoco lo es la muestra del abuso sexual del padre hacia Mallory Knox o la violencia intrafamiliar padecida por el compañero y protagonista, Mickey Knox, que deja claro que el sobrepaso no sólo es transmitido por el Estado y los medios de comunicación sino reproducido al interior de instituciones más chicas como la Familia.
El cinevidente podría confundir a los protagonistas con los viejos estereotipos de “chicos malos” (bad guys), pero si llegase a considerar como muy violenta o “desadaptada” la actitud de los protagonistas en medio de sus viajes hacia lo desconocido o el rastro imborrable que la sangre deja en nuestras mentes, sépase que las mafias que nos negamos a ver, los engaños divulgados malintencionadamente por los medios de comunicación masivos, las nociones de progreso, de libre industria y su descarado apoyo a la contaminación y erradicación de otras especies son todas ellas, y por mucho, más desafortunadas y hacen de nuestra vida una desgracia, una muerte en vida.
Ya bien lo diría Mallory Knox cuando criticaba a Mickey Knox por haber asesinado al viejo chamán que intentaba ayudarlos: “¿Qué has hecho? No te das cuenta que mataste a un SER VIVO”. A diferencia de aquél, el resto de sus víctimas eran SERES MUERTOS, entonces la pareja Knox sólo apresuraba lo inevitable, sólo adelantaba lo inevitable: pues las mentes torcidas y manipuladas de sus víctimas eran ya inservibles, no estaban VIVOS, sólo cargaban con una EXISTENCIA fútil soñada por otr@s a quienes ni siquiera llegarían nunca a conocer; a la manera de exiliados del país de los sueños, como huérfanos de un país de poca Madre.

1 Curiosamente, el mismo Tarantino tilda a la película de DEPLORABLE

Gusan de Zera


1. Equilibrium




Título: Equilibrium (Equilibrio)
Nacionalidad: Alemania-USA (2002).
Dirección y guión: Kurt Wimmer
Reparto: Christian Bale (John Preston), Emily Watson (Mary O'Brien),
Taye Diggs (Brandt), Sean Bean (Partridge),
William Fichtner (Jurgen), Angus MacFadyen (Dupont)
Otras Características: Film realizado con técnicas de cámara similares
A las de su antecesora “Matrix”.

Ya hace más de cinco años que el film “The Matrix” revolucionó no sólo la forma de hacer cine y el manejo de efectos especiales sino también nuestra manera de comprender el universo, de entender la sociedad y la realidad. Matrix, convertida ahora en un nuevo clásico del cine logró poner en tela de juicio las “buenas intenciones” de quienes nos rodean y, con mayor razón, de quienes nos gobiernan. Logró poner al descubierto la delgada línea que separa la realidad de la ficción.
Esta vez, cinErrantE se enorgullece de presentar una aplicación, una visión de cómo sería el funcionamiento de la teoría aportada por los Hermanos Wachowsky en su Matrix, esta vez al comando del Equilibrium (Equilibrio) del director alemán Kurt Wimmer.
Wimmer muestra una sociedad cimentada en la homogeneidad, en las prácticas rutinarias y en la manipulación a través del uso de todos y cada uno de los tipos de violencia existentes. Adentrándose en los fangosos terrenos del siglo XXI, y tiempo después de haberse desatado la TERCERA GUERRA MUNDIAL, las oscuras fuerzas de la represión, guiados, a su vez, por un pequeño pero consolidado grupo de estadistas, científicos y empresarios, encaminaron todas sus fuerzas para hallar una supuesta sociedad perfecta, “sin crimen, ni guerras, ni violencia” (¡cualquier parecido con el discurso hitleriano es pura coincidencia!).
Liberia, un país gobernado por los símbolos religiosos y los nacionalismos –como el presentado en la película– no creyó suficiente adoctrinar a través de los medios de comunicación, las rutinas, la arquitectura, las formas de vestir, la filosofía del sistema educativo y el lenguaje…quiso ir más lejos aún, al aplicar los conocimientos científicos para diseñar una droga que suprime los impulsos naturales del ser humano, destruyendo sus más altos picos de alegría (risas, carcajadas), aniquilando sus más bajos niveles de autodestrucción (tristeza, tendencia al suicidio, confusión). El hombre de Liberia (¿sólo él?), anda por las calles con cuidado y sin mirar a nadie, camina al compás uniforme de los transeúntes que lo acompañan. El hombre de Liberia, sólo padece una angustia: que no llegase a sonar su reloj para tomar de inmediato su Prozium (la droga estabilizadora entregada a todo ciudadano en el centro de control religioso-político-estatal denominado Equilibrium).
La supuesta sociedad perfecta, “sin crimen, ni guerras, ni violencia”, en realidad, es la más violenta de todas, no sólo porque entrega el monopolio de la violencia al Estado sino porque no permite que siquiera pase por la mente del hombre promedio la confusión, la oposición, la duda, los instintos de rebelión. Todo sentimiento natural, todo pensamiento creativo (e incluso destructivo), toda obra de arte, todo poema, toda canción, todo estimulante de ira o placer se deja servilmente entregado en bandeja a fuerzas que ni siquiera conocemos, pero que seguimos creyendo “que nos protegen”.
En busca de esa aparente protección, el hombre, al igual que el sujeto promedio de “Equilibrio”, ha perdido los rasgos esenciales que lo convierten dignamente en ser humano. Al buscar el “Equilibrio”, el hombre sólo ha encontrado el Desequilibrio de su naturaleza, se ha negado a sí mismo. Ha negado el arte, se ha levantado frente a la sensibilidad, prefiere usar guantes y tapar sus oídos, ha aceptado la vida con pasividad y conformismo; cuando todo ello debería suceder a la inversa: el ser humano anhela apoyar el arte, desea sentir el cuerpo desnudo de su pareja, llora cuando lo cree necesario, desea destruir para poder, más tarde, empeñarse en construir algo mejor. Desea sentir y expresarse libremente, para que su respiración no sea más ese “tic-tac del reloj”.

Gusan de Zera




CINECLUB MELIES (SANTIAGO DEL ESTERO - ARGENTINA)